La tecnológica Digimet, con sede en Irun, ha patentado un horno que convierte los residuos siderúrgicos en un negocio.


 

La tecnológica Digimet, con sede en Irun, ha patentado un horno que convierte los residuos siderúrgicos en un negocio.

 

La tecnológica Digimet nació en 2013, pero no fue hasta el pasado año cuando comenzó a vender su producto: un horno metalúrgico que recupera los residuos. Hasta 2017 se centró en desarrollar la tecnología de la mano de Tecnalia, consorcio tecnológico de Derio (Bizkaia), para lo que contó con el apoyo económico del fondo bilbaíno de inversión privada Kereon Partners, que aportó un millón de euros para su puesta en marcha.

Su idea de negocio partió de la necesidad de que la industria siderúrgica autogestionara sus residuos, fundamentalmente el polvo de acería. Se trata de un excedente que contiene metales pesados como óxido de cinc, hierro o cobre, que está considerado por volumen el mayor residuo sólido peligroso y que no puede dejarse en vertederos sin un tratamiento previo por gestores autorizados. Se calcula que cada año se generan nueve millones de toneladas en todo el mundo, que suponen un coste de 1.000 millones para las empresas. “Las compañías pagan por dar salida a estos residuos hacia plantas ajenas, donde se rescatan las partes recuperables como hierro y óxido de cinc; minerales que luego se revenden a otras siderurgias para iniciar de nuevo el proceso productivo de metales. Un precio al que hay que sumar el del transporte, con el consiguiente riesgo medioambiental”, comenta Igor Aristizábal, director financiero de Digimet, con sede en Irún (Gipuzkoa).

Cambiar este proceso fue su punto de partida. Desarrollaron una tecnología que permitiera el tratamiento de estos residuos en la propia planta, recuperando y reutilizando los subproductos con valor. Además, se evitaban traslados y reducían costes, generando cero residuos. “Una solución para convertir una molestia y un gasto en un negocio”, apunta David Eguizábal, director ejecutivo de la empresa.

Su producto es un modelo de horno metalúrgico que recupera los residuos separándolos en partes metálicas, en inertes y en concentrados de alto valor como el óxido de cinc, el hierro y otros metales. Un proceso que, según explica Eguizábal, “es rentable tanto para pequeñas empresas como grandes, ya que no está relacionado ni con sus volúmenes de producción ni con el espacio necesario para su instalación. Tiene una capacidad de 100 a 10.000 toneladas al año, según el tipo de residuo, y para su ubicación se requieren entre 400 y 800 metros cuadrados. Además, su encendido y apagado son energéticamente eficientes; bastan solo unas horas para que esté en marcha” .

Digimet cuenta con cuatro empleados, ingenieros mecánicos y especializados en metalúrgica, que, de momento, han puesto en marcha dos unidades en España. Estas ventas les han proporcionado sus primeros ingresos, que en 2018 ascendieron a unos 200.000 euros, sin beneficios por ahora. “Estamos en fase de cerrar varios contratos en España y estamos seguros de que 2019 será un año para crecer. Nuestras previsiones apuntan a una facturación de más de 1,5 millones, pero en los próximos años llegaremos a los 10 millones, afirma Aristizábal.

Estas cifras se pueden sustentar, dicen, por la escasa competencia en este sector, por la diversificación del negocio hacia otro tipo de empresas como fundiciones o fabricantes de níquel y por la internacionalización de la empresa. Una salida al exterior que tiene dos focos. Por un lado, Europa, donde las empresas quieren mejorar sus ingresos, dejar de pagar por sus residuos y además están obligadas a adaptarse a protocolos medioambientales. Por otro, Latinoamérica y el sudeste asiático, donde estos residuos se han abandonado en vertederos, casi de forma descontrolada, lo que ha ocasionado importantes problemas medioambientales. “Muchas plantas en Latinoamérica están muy lejos de centrales de recuperación de polvo de acería, lo que les complica su tratamiento”, explica Eguizábal.

Su reto es seguir creciendo. “Buscamos socios que puedan aportar financiación, pero también medios productivos o canales de comercialización”, concluye.

Fuente: EL PAIS. 17/04/19. https://elpais.com